1921.
Gemeentemuseum. La Haya
La abstracción pictórica supone en la Historia del arte el momento culminante en el que la expresión plástica se valora por sí misma, es decir por los valores que le son consustanciales al lenguaje de la pintura y no por su relación con la realidad circundante. Es un paso revolucionario, porque hasta entonces la historia de la pintura, como la de la escultura, había seguido una relación íntima con el naturalismo figurativo, que servía como nexo de unión entre la obra pictórico y el entendimiento del espectador. Aun cuando la pintura siguiera tendencias más simbólicas que naturalistas, como en caso del arte egipcio o del arte románico por ejemplo, el soporte figurativo y la representación de la realidad seguían sirviendo de base a la expresión plástica. Ahora todo eso desaparece de un plumazo, y la pintura sólo se expresa a través de sus elementos esenciales: forma, composición, línea, color, luz, trazo, pincelada... Se considera que de esta forma, el arte alcanza su manifestación más sublime, porque lo mismo que la música transmite sus emociones a través de los sonidos, sin referencia ninguna con la realidad, de forma abstracta por tanto, y es capaz de sublimar nuestros sentimientos como el mayor de los artes, así también la pintura, despojada de todo aquello que le sería superfluo, alcanza por fin esa plenitud artística.
Fueron muchas las experiencias abstractas que se desarrollaron a partir de los primeros ensayos de W. Kandinsky, pero habrá una evolución constante en esos primeros años a reducir en la medida de los posible la utilización de esos elementos del lenguaje pictórico, como si de esa forma se obtuviera una mayor pureza en la expresión artística. Cuanto más simples y más sencillos fueran esos recursos, más libre y más puro el resultado final. De ahí, el desarrollo del Neoplasticismo liderado por P. Mondrian. En este caso no bastaba con la abstracción, sino que además había que simplificar las imágenes como los cubistas, en formas geométricas, para que de esta forma la pintura se redujera definitivamente a lo más esencial: abstracción y además, geométrica. Sin olvidar el color, igualmente simplificado: colores básicos, sin mezcla y sin sombreado, planos. Con todo ello se obtenía así el estado más "puro" de la pintura. La plenitud intelectual del arte.
EL PORQUÉ DE SU BELLEZA
Es muy habitual que al contemplar un cuadro de Mondrian, una obra característica del Neoplasticismo pictórico, surja inevitable una sonrisa burlona que venga a desprestigiar la obra, precisamente por su propia simplicidad. ¡Cuántas veces habremos oído decir que un cuadro así lo puede hacer cualquiera y qué mérito tiene hacer un cuadro que podría pintarlo un niño! Pero precisamente es el desconocimiento del lenguaje que define la pintura el que nos puede llevar a semejantes conclusiones. El mérito de una pintura no está en su mayor o menor dificultad técnica, ni en su mayor o menor proximidad a la realidad visual, sino en el resultado final que es capaz de provocar en el espectador. En este caso habrá de tratarse de un espectador sin prejuicios, que se olvide de las referencias naturalistas para valorar la pintura y que sea capaz de distinguir sobre un lienzo la verdad de la pintura, su sintaxis conseguida de colores, formas, trazos y líneas en armonía: la pintura pura. Todo ello sin olvidar que cualquier ruptura con la expresión plástica anterior supone siempre una innovación, y toda innovación artística es un logro formidable, reservado sólo a los talentos privilegiados, y no desde luego a los aficionados, ni a los niños. En la obra de Mondrian hay que mirar el cuadro libremente, sin ataduras ni obsesiones, y contemplar sus colores que saltan de un cuadrado a otro alegremente. Colores puros y limpios, llenos de intensidad. Y ver cómo contrastan con el blanco de los otros cuadros y con la líneas negras que los separan, en un damero de infinitas combinaciones de tonos, formas y colores. Y siempre en perfecta armonía. Y eso es lo que nos alegra la vista y nos llena el ánimo, así de simplemente. Sencillamente, porque es una obra de arte.
Autor: Piet Mondrian
Tipo de obra: Óleo sobre tela
Estilo: Neoplasticismo
Cronología: 1921-1925 (1922)
Dimensiones 55.6 x 53.4 cm.
Solomon R. Guggenheim Museum, New York
Descripción y análisis de la obra:
El artista realiza una serie de composiciones muy parecidas, en las que el ritmo de la composición está establecido por un conjunto de cuadros realizados en colores
primarios (rojo amarillo y azul) delimitados por gruesas líneas negras. Algunos cuadros interiores se terminan en gris y blanco para causar un limpio contraste.
En oposición al cubismo, que no se identificaba con sus propios descubrimientos y cambiaba constantemente. Mondrian se identifica con el cuadro de fondo plano. El marco blanco, o gris se divide creando efectos de insospechado lirismo e intensidad. El color está aplicado con gran delicadeza. El rojo y el azul son delicadamente pesados con sumo cuidado, como si se tratase de un sistema de equilibrio. El resultado es una expresión más dinámica que estática.
Al intentar representar el cuadro en sus dos dimensiones, evita crear la ilusión de profundidad, omitiendo toda línea curva o diagonal.
También elimina toda referencia al movimiento. La poética del lienzo radica en las formas rectangulares, que limitan los colores primarios sin aislarlos. Sin embargo, estos colores son onjetivos, sin ningún tipo de carga emocional. La simplificación de formas llega a anular la voluntad decorativa. Nada es superfluo. El resultado es una composición completamente equilibrada, donde el color, forma y disposición están estudiados según un perfecto orden mental.
Aspectos técnicos y estilísticos:
Es muy importante para comprender el estilo de Mondrian que ninguno de los cuadros es idéntico a otro, que cada uno funciona (como las panorámicas de ciudades del impresionismo) como un objeto independiente dentro de una conglomeración urbana. La abertura o estrechamiento de las líneas en la cuadrícula produce una impresión de oleada, flujo, constricción, sensación de distintas velocidades. Mondrian, con sus diseños se ha convertido en uno de los autores más imitados del siglo XX. Sus nociones se ven reproducidas en multitud de anucios y publicidad.
El neoplasticismo es una vanguardia intelectualista que busca la armonía y la pureza plástica total, como la música y las matemáticas. Se inicia en Holanda, en 1917, de la mano de Mondrian y Theo Van Doesburg en torno a la revista De Stijl (El estilo). Colaboran en este movimiento pintores arquitectos y decoradores que intentan fusionar todas las artes en una armonía universal que consiga mejorar el convulso mundo que les rodea.
Su purismo eleva a las máximas cotas el modelo intelectual de la obra de arte. A pesar de ello, sus presupuestos y la simplicidad de su lenguaje han influido notablemente en el diseño y la arquitectura del siglo XX.
Composición II en rojo, azul y amarillo. 1930.
Piet Mondrian.
En el Siglo XX los movimientos artísticos se suceden y simultanean con rapidez.
El arte no es ajeno a su época. Las guerras mundiales, la fuerza de nuevas ideologías y sentimientos, los avances en el campo de la técnica e ingeniería, el estudio del subconsciente, la efervescencia de las ciudades o la cultura de masas y el consumo daban lugar a un sentimiento de vivir nuevos tiempos. Éste de una u otra manera tendría su eco en las vanguardias que se iban sucediendo.
Con la generalización de la fotografía, el realismo pictórico tal y como se concebía en generaciones anteriores quedaba algo obsoleto.
La personalidad del artista, la expresión de su realidad individual habían dado lugar a movimientos subjetivos de fuerza arrolladora como el expresionismo, el surrealismo…
De forma paralela, Mondrian, frente a todo ello quería crear una arte objetivo y universal.Es el máximo representante del movimiento conocido como “Neoplasticismo”.
Desde el grupo De Stijl (el estilo) se analiza la armonía y el equilibrio en estado puro, desde la línea y el color.La abstracción ya había encontrado nuevos caminos para el arte, sin la necesidad de ser “medio” de “representación”.
Mondrian busca ahora la universalidad de la misma sin referencia figurativa alguna. El rigor, la precisión matemática y control crea retículas elementales de colores básicos.
En esta obra se utiliza simplemente los colores primarios, rojo, amarillo y azul, los separa mediante gruesos trazos negros (el color que se consigue al mezclar éstos tres básicos), y por cuadros de no color blanco.
Formas puras, planos y líneas rectas para buscar la esencia y el absoluto.
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