martes, 24 de enero de 2012

El Drago. Oscar Domínguez


La pintura surrealista

La pintura surrealista aparece por primera vez en público en una exposición de 1925 en la galería Pierre, en París, y desdeña el arte producido por el pensamiento consciente y por la planificación racional de la obra. El artista no planea su creación, sino que la deja surgir llevado por lo irracional y por unos estados anímicos que liberan lo más profundo de sí mismo. El pintor surrealista se deja conducir por los sueños, las alucinaciones, el azar y el erotismo, que son un método de conocimiento donde el ser humano se percibe, y capta la realidad de otra manera. Breton, en su libro de 1928 sobre El Surrealismo y la pintura, se declara freudiano con convicción al afirmar que «(...) el inconsciente es la dimensión de la existencia estética y que (...) el arte no es representación sino comunicación vital del individuo». Los pintores surrealistas no intentan explorar la naturaleza en sus cuadros, sino su mundo interior, la expresión de otra realidad, la de lo más recóndito de sí mismos.
Persiguen esa nueva realidad basándose en la síntesis de los contrarios o punto de encuentro entre lo posible y lo imposible, el bien y el mal, lo racional y lo irracional, la vigilia y el sueño, que son, para ellos, manifestaciones de la totalidad del dualismo humano. Propugnan métodos pictóricos como el automatismo plástico conseguido a través de gestos inmediatos, por ejemplo el frottagge o la decalcomanía. El método practicado por Dalí es el de expresar los sueños y las alucinaciones pero a través de las «imágenes dobles» o «múltiples» que implican un mayor control de la inteligencia.
Las imágenes pintadas por los surrealistas son insólitas, sórdidas, absurdas, cómicas, trágicas,eróticas con una prevalencia clara de la simbología sexual, de formas libres, incongruentes y enigmáticas que sorprenden y escandalizan. El ropaje o forma es figurativo, aunque no siempre. Usan otros procedimientos no exclusivamente pictóricos como la fotografía y el colaje.
Todo esto aportará, según los surrealistas, una nueva fuerza al arte, que además debe desprenderse de su preocupación por la belleza y la moral. El surrealismo se desvanece tras la Segunda Guerra Mundial.
Pintores surrealistas sobresalientes son Miró, Ernst, Dalí, Magritte, Masson, Tanguy, Devaux. A la segunda generación del surrealismo pertenecen Óscar Domínguez, Brauner, Matta, Picasso, Chagall y Klee.

Óscar Domínguez. Rasgos biográficos

El 10 de septiembre de 1931 muere su padre, por lo que Óscar Domínguez regresa de nuevo a Canarias. En abril de ese año se había proclamado en España la Segunda República, período que abre expectativas de libertad y esperanza, de mayor justicia social, y de una manera especial, de ansias de actualización y de inversión en las políticas culturales y educativas. Don Antonio Domínguez fue alcalde republicano de Tacoronte durante los meses de abril a junio, de ese mismo año, que coincide con el de su muerte.
La vida despreocupada y sin responsabilidades que Óscar Domínguez lleva en París cambide manera radical. Sus acreedores se quedan prácticamente con todo el patrimonio familiar del que sólo mantuvo, prácticamente vacía, la casa del Calvario. Sin ingresos, la situación económica de Óscar Domínguez era crítica, por lo que se dedicó al trabajo de dibujante publicitario, realizando, entre otros, un proyecto para el Patronato de Turismo del Cabildo de Tenerife. De vuelta a París en enero de 1932, subsiste con las falsificaciones y los encargos publicitarios. Fue precisamente la muerte de su padre y la situación sobrevenida lo que impulsará su carrera artística.
Vuelve a Tenerife en 1933 acompañado de su novia Roma, una pianista polaca de origen judío, con la que reside en su desvalijada casa del Calvario –casualmente quedaba un piano entre el escaso mobiliario–, con el objetivo de preparar una exposición para subsanar su precaria situación económica. En efecto, ésta se celebra en el Círculo de Bellas Artes en mayo con quince obras, la mayoría desaparecidas.Fue la única exposición individual que hizo en Canarias, saldada con un fracaso.En ese mismo año participa en una colectiva en el Círculo Mercantil de Las Palmas de Gran Canaria. Durante esta estancia en Tenerife estrecha lazos con Eduardo Westerdahl, Pedro García Cabrera, Domingo Pérez Minik, Domingo López Torres y Agustín Espinosa, jóvenes intelectuales de la vanguardia tinerfeña y redactores de la revista cultural Gaceta de Arte. Después de su regreso a París, a finales de 1934, consigue su deseo de ser admitido en el grupo surrealista liderado por André Breton. Fue en el café de la Place Blanche.Será una etapa de su vida entusiasta e innovadora. Con el grupo compartía inquietudes, filosofía y forma de vida, y colaborará en todas sus actividades, tertulias, exposiciones, investigaciones, hasta el final de la década de los años treinta. Fue un momento de gran despliegue creativo, colectivo y humano. El estreno artístico de Óscar Domínguez fuera de Canarias, y como integrante del grupo de Breton, se produjo en la Primera Exposición Internacional del surrealismo celebrada en Copenhague en enero de 1935.
Vuelve a Canarias en 1936 para convalecer de unas fiebres paratíficas contraídasdurante una estancia en Barcelona. En junio de ese mismo año, interviene en la Exposición de Arte Contemporáneo organizada por Gaceta de Arte en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.
Le sorprende el alzamiento militar de julio de 1936. Asustado, pasa los primeros días en casa de su hermana Antonia, que vivía en esa misma ciudad pero, sintiéndose amenazado ante la situación de incertidumbre y de persecución que se vivía en la capital, decide esconderse en Puerto de la Cruz, en la casa de su hermana Julia, hasta encontrar el momento propicio para abandonar la isla.
Continúa en París, «su vida de surrealista». Según Fernando Castro, fue la época más feliz de la vida de Óscar Domínguez, a pesar de las estrecheces económicas. Fueron años en que llevaba «una vida alegre y despreocupada», rodeado de amigos, trabajando, investigando, descubriendo y disfrutando de lo que siempre le había gustado: la pintura.

Su obra artística

Durante los 31 años de su vida artística Óscar Domínguez, pintor básicamente surrealista, cambia sin cesar de estilo ensayando nuevas técnicas y contribuyendo con diversos hallazgos al automatismo surrealista. Parece como si siempre estuviera insatisfecho, por lo que, de modo permanente, busca y ensaya nuevas fórmulas que le llevan incluso a adoptar formalismos de otros pintores. En sus cartas a Westerdahl se muestra entusiasmado, a veces, diciéndole que por fin había encontrado una técnica personal, para escribirle en la siguiente misiva que de nuevo había cambiado su forma de pintar. A pesar de esta «pluralidad», siempre mantuvo un estilo propio, siempre fue fiel al espíritu surrealista. Fue lo que Julián Gállego llamó «la unidad en la variedad», «una sola personalidad bajo diversos disfraces».

Período surrealista

La pintura propiamente surrealista de Óscar Domínguez se divide en dos etapas:
A. De 1929 a 1934, anterior a la entrada en el círculo de André Breton, denominada surrealismo espontáneo por Ana Vázquez de Parga.
B. De 1934 a 1938, desde que entra en el grupo surrealista hasta la creación de sus pinturas cósmicas en 1938-1939.

A. En su primera etapa pintaba ya obras surrealistas aun cuando no conociera con exactitud los postulados teóricos del movimiento que ya estaban conformados desde 1924, ni, por supuesto, los hallazgos freudianos del inconsciente y del sueño que constituían el fundamento de la corriente vanguardista. Cabe la conjetura de que Óscar Domínguez hubiera percibido su trasfondo teórico y su lenguaje formal a través de algunas exposiciones.
Determinadas obras de los dos primeros años de su estancia definitiva en París confirman, en sus títulos y en sus formas, su adhesión al movimiento surrealista. Con ellas realiza en 1933 una exposición monográfica en la que presenta 15 obras, en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, de la que hace una crítica la revista vanguardista Gaceta de Arte, organizadora de la exposición, poniendo de relieve el mundo del inconsciente y los deseos reprimidos reflejados en las pinturas de Domínguez.
De las pocas obras que perviven de esta exposición hay que destacar la de Estudio para autorretrato, en la que pinta sus manos alargadas con las venas cortadas, quizá precognición de su muerte. De este mismo período son, entre otras, las obras El drago, Retrato de Roma, Sueño y Souvenir de París.
Entre 1933 y 1937, Óscar Domínguez recibe una clara influencia daliniana. La impronta del pintor catalán, que había entrado en el grupo surrealista en 1929, está presente en las dos etapas que caracterizan la pintura del Domínguez plenamente surrealista, si bien se desprende del influjo de Dalí en los años previos a la disolución del grupo. Óscar Domínguez y Salvador Dalí ofrecen similitudes estéticas y de temperamento, aunque su personalidad fuera muy distinta.
El influjo de Dalí en la obra de Domínguez se manifiesta en:
• La presencia de determinados elementos como el piano y los relojes.
• La obtención de la imagen doble.
• El uso de esfumaturas.
• Los objetos viscerales.
• Las perforaciones, mutilaciones.
• Las partes del cuerpo borradas.
• El alargamiento de los miembros del cuerpo.
Entre las obras que reflejan esta influencia están Niveles del deseo, Efecto surrealista, Piano o La boule rouge.
La influencia es evidente, pero también se diferencian en que Dalí es más racional y la pintura de Domínguez más poética. Dalí está preso de las formas y Domínguez del sueño. «Nunca pienso», proclamaba con orgullo Domínguez en un círculo de intelectuales. A Óscar Domínguez no le interesaba la cultura, sus creaciones explotaban como un volcán o fluían con la naturalidad del agua de una fuente, mientras las de Dalí eran fruto de una mayor racionalización. El dibujo y la pincelada de éste son más seguros; Domínguez es, en esto, más torpe. Dalí acaba las obras y Domínguez las realiza con prisa. En conclusión, a pesar de las influencias recibidas, Domínguez mantiene una personalidad creativa inconfundible.

B. La segunda etapa de la pintura surrealista de Óscar Domínguez comienza con su ingreso en el grupo de André Breton en 1934, cuando tenía 28 años. Óscar pertenece a la segunda generación del surrealismo, pues el grupo ya llevaba años formado –su Primer Manifiesto data de 1924– y sus principales pintores, Tanguy, Max Ernst, Dalí, Giacometti, ya realizaban exposiciones.
Su obra creativa de este período está constituida por:
a) Las pinturas propiamente dichas, que revelan una gran carga erótica y expresan una marcada nostalgia de su tierra natal. Trabaja poco sus cuadros, que nacen de modo febril del inconsciente. Casi no los acaba, son fruto de su intuición. Afirma Eduardo Westerdahl que sus pinturas constituyen un arte sólido, poético, de correcta técnica y de una concepción fuerte del color.
En sus obras abundan los objetos eróticos como latas de sardinas, abrelatas o cerraduras, los juegos infantiles –cometas, diábolos– y los elementos destructivos como los revólveres, máquinas y flechas. Los despertadores, frecuentes en sus telas, simbolizan el paso del tiempo que lleva a la muerte. La poesía también se hace presente en sus cuadros, como el caso de las flores que vencen a la máquina.Destacan en este período las siguientesobras: Deseo de verano, Objeto magnético, Corrida de toros en el agua, Le dimanche, Machine infernale, Estaciones.
Domínguez es un soñador y pinta lo que sueña. Su sentido poético está próximo al de Max Ernst y de Tanguy. Dotado de un carácter muy espontáneo, vuelca en sus obras sus deseos, sus juegos y su personal sentido del humor con el mayor de los desenfados.
b) Las decalcomanías, su gran aportación al surrealismo, son el fruto de una pintura surgidadel azar, sin preconcepción. Más adelante se dedica un apartado exclusivo a este tema.
c) Los objetos surrealistas o «juegos supremos de la verdad», como decía Georges Hugnet. Constituidos por elementos de la vida cotidiana, los surrealistas, movidos por asociaciones, modifican su finalidad inicial sometiéndolos a reconstrucciones o transformaciones. Domínguez aporta contribuciones brillantes en este campo incluso antes de entrar de manera oficial en el grupo, y la mayoría de las veces lo hace desde el sentido del humor. Se muestra muy creativo, pues estaba dotado e una manera especial para elaborar asociaciones poéticas con las imágenes, requisito básico para crear objetos surrealistas.

Drago
Tamaño:82.5 x 61.5 cm
Técnica:Óleo sobre lienzo
Comentario:
Domínguez presenta en esta ocasión una de sus obras más emblemáticas titulada El Drago. Fechada en el mismo año que El piano, muestra las mismas influencias surrealistas que destacamos en la obra anterior: el paisaje simbólico de corte daliniano y el tratamiento de los objetos y figuras. En este cuadro, además del piano nos encontramos el drago que le da título. Este árbol es uno de los símbolos de Canarias a las que Domínguez hace homenaje en diversas obras: Recuerdo de mi isla, Roma, Retrato de la pianista Roma, Dibujo para Gaceta de Arte o la decalcomanía titulada homónimamente. En varias de estas obras el drago aparece ligado a la figura del piano y de la mujer. Aquí hallamos cómo la parte inferior de un cuerpo femenino, situado bajo el piano en actitud explícitamente sexual, se funde con las raíces del árbol. Sobre el drago se posa oníricamente un león, una de las figuras surrealistas más recurrentes. En la mitología griega, en el Jardín de las Hespérides -que muchos autores sitúan en las islas Canarias- crecían manzanas de oro de los árboles, jardín que estaba protegido por Ladón, un fiero dragón de 100 cabezas por las que escupía fuego y al que los antiguos griegos asociaron con el Teide en erupción. Las ramas del árbol podrían ser asociadas a las cabezas del dragón que además, según la mitología, cuando éste fallecía se convertía en un árbol dando origen a la leyenda del drago. Breton, en su viaje a Canarias en 1935, lo denominó , relacionándolo con los términos de mágico y ancestral que tanto interesaban a los surrealistas. No en vano, Breton denomina a Domínguez en su Diccionario Surrealista como Le dragonnier, quedando el artista identificado para siempre a este árbol. Este cuadro es una de las obras del artista canario más representativas y relevantes dentro de su producción. En ella se descubren varios de sus rasgos más identificativos, como son el carácter surrealista de la composición así como los elementos que la conforman, pues siendo éstos de carácter onírico, son símbolos igualmente del propio pintor como de su mundo más cercano.

Video Oscar Dominguez: http://www.youtube.com/watch?v=uu1GBs3lBdY

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